lunes, 20 de febrero de 2012

Han pasado tres años

Hola amiguit@s, hoy no voy a hablaros de mí ... ¿sabéis por qué?  ... porque hoy hace tres años que Nelson se fue. He visto a la jefa que escribía en su blog, mientras le corrían las lágrimas por las mejillas, y yo también quiero rendirle un homenaje presentándoos a mi antecesor, Nelson. 

Aquí era muy jovencito

Con cinco o seis años

Aquí ya tenía diez años y acababa de quedarse ciego

Yo no lo he conocido pero creo que fue él el causante de la decisión que tomó la jefa desde el día que Nelson faltó:  "en mi casa  y en mi corazón siempre habrá un sitio para un schnauzer". Nelson vivió doce años con la jefa compartiendo  felicidad con ella. Yo no soy el que ocupa su lugar, sé bien que el recuerdo de Nelson tiene su propia parcela en el corazón de la jefa, pero a mí me ha hecho otro huequecito tan confortable como el de Nelson y me siento muy a gusto. A veces le oigo decir que somos distintos, pero nunca nos compara. Yo me siento muy feliz y agradecido por haber llegado a esta casa donde todos me miman y están pendientes de mí.
Como os decía antes yo no conocí a Nelson aunque me hubiera gustado mucho conocerlo para hablaros de él. Así que le he cogido de su blog lo que escribió la jefa, para enseñaros cómo era Nelson. Lo quiero compartir con vosotr@s porque sé que sois tan felices y afortunados como yo. 
Guau ...guau ... Os dejo con las palabras de la jefa:


Nelson era un schnauzer miniatura con  las características  propias de su raza: inteligente, vigilante, juguetón, atrevido, defensor de su territorio, fiel y obediente. Pero si tuviera que definirlo con una  palabra solamente, ésta sería: " bondad ".
 Nelson era exageradamente bueno, obediente y cariñoso.

Era el mes de Julio. En el escaparate de una tienda de animales ,( a la que yo iba a comprar pienso para los peces y el loro),  estaba aquel precioso cachorro negro  con un mechoncito blanco en la barba. Fue aquel día cuando me planteé que podría aumentar mi familia.

- Resérvamelo hasta mañana, pues tengo que pensármelo- le dije a la veterinaria que no hacía más que animarme a que lo llevara, elogiando las grandes cualidades del schnauzer.

Aquella noche no pude dormir pensando en la gran responsabilidad que suponía traer un perro a casa. Pero él ya me había cautivado con su mirada. Aquellos ojitos negros, que me miraban fijamente, ya me habían conquistado. Después de muchas, muchísimas cavilaciones, y de analizar bien los pros y los contras, (consultando toda la noche con la almohada ),  fui a por él. Y puedo decir que no me arrepentí ni un solo día en los 12 años que vivió. Todo el tiempo que le dediqué y el cariño que le di fue compensado con creces. No entiendo a esas personas que adquieren un cachorro,  como si de un peluche se tratara,  y que pasado un tiempo se deshacen de él y ¡¡¡de qué manera!!!

Nelson adoraba a toda la familia,  pero tengo que decir que por mí sentía auténtica devoción. Siempre estaba a mí lado en casa, y  cuando no, acudía apenas yo abría la boca o emitía el más leve sonido. Jugaba con él al escondite y si tardaba en encontrarme, se ponía a llorar ( bueno, a gimotear ). ¿Cuántas veces hemos oído, refiriéndose a un perro " sólo le falta hablar"? Nelson no necesitaba hablar. Nos comunicábamos perfectamente. Yo siempre sabía lo que me quería decir, según el tono, la intensidad o la frecuencia de sus ladridos.

Cuando ya tenía 10 años,  un "fatídico" día descubrimos que no veía bien. El veterinario dijo que creía que eran cataratas. Para confirmar el diágnostico nos aconsejó llevarlo a Lugo, a la Clínica Universitaria de Veterinaria.
Allá fuimos, con la esperanza de que realmente fueran cataratas y se  pudieran operar. Cuando el médico veterinario nos dijo que lo que tenía era una enfermedad congénita de la retina y que no tenía remedio, nos quedamos petrificados. Tanto es así que nos preguntó si lo habíamos entendido bien. Claro que lo habíamos entendido,  pero el nudo que se nos puso en la garganta no nos dejaba pronunciar palabra.

No tardó mucho en quedarse completamente ciego, tropezaba con todo en casa, cuando lo sacaba de paseo no se atrevía a bajar las escaleras, por la calle caminaba con inseguridad. Comenzó un periodo de depresión. No duró mucho porque yo me convertí en su lazarillo. En los paseos , ¡sube! ¡baja! eran las órdenes que le indicaban si  subíamos  o bajábamos escaleras, o los bordillos de las aceras. Aprendió a esquivar los obstáculos en casa y a pasear por la calle como siempre (de hecho, nunca supe bien, quién paseaba a quién). Volvió a ser el mismo perro alegre y juguetón de siempre.

Así vivió dos años más. Un sábado a mediodía no quiso salir de paseo, me extrañé y enseguida llegué a la conclusíón de que algo le pasaba. Llamé al veterinario y tuve que llevarlo a Urgencias, pues era fin de semana. Tenía hinchada la barriga y después de realizarle varias pruebas le diagnosticaron un cáncer. Le pusieron suero y medicación para reanimarlo. Volvimos a casa a las siete de la tarde. No habíamos comido pero tampoco teníamos ganas. La medicación hizo efecto y volvió a estar bien , pero sabíamos que el final estaba cerca.  Fueron veinte días de incertidumbre,  de llantos, de abrazos , de caricias, de mimos, de vigilarlo y cuidarlo, prácticamente, las veinticuatro horas del día. El día que nos dejó fue terrible. ¡¡¡Qué vacío tan grande había dejado !!! Su ausencia se hacía insoportable. Y por encima yo tenía que recoger todas sus cosas......

Cuando empecé a escribir solamente quería recordar los buenos, alegres y felices momentos que compartimos. ¿Pero cómo olvidar aquellos días? Aquellos días que , a pesar de su enfermedad y su ceguera, venía a recibirnos, cuando entrábamos en casa, dando siempre muestras de cariño y alegría.

4 comentarios:

  1. hola me a gustado mucho tu blog te dejo la direccion del mio para k lo veas y k me sigas, yo ya te sigo ati. un saludo.

    www.pastoreoaleman.blogspot.com

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  2. Hola muy querido Byron. La jefa se va a ver a la abuela y se lleva la maquinaria y allí ni la mira. Ya sabes. No sé que decir, sólo mandarte toda mi buena energía. Más que lams...

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  3. NELSON:
    Muchos piensan que existe un cielo para los perros. Pero seguro que tu no estás allí porque yo no creo que nadie vaya al cielo cuando muere. Creo que cuando uno se muere, se muere y punto. Abandona el cuerpo y se termina el asunto. Así que no me hace feliz imaginarte en un cielo de perros, porque por lo que he leído de ti, te mereces algo mucho mejor.

    Hay quienes creen en la reencarnación. Si esto es así, te imagino reencarnado en un amistoso y familiar delfín, así que si se te ocurre volver como tal que sepas que tienes que tener muchísimo cuidado con los humanos...pero muchísimo!!!. Son seres horribles para todas las criaturas salvajes de este mundo. Ojalá que nunca tengas que encontrarte con uno. Ojalá que vivas tu vida feliz y salvajemente y que tengas muchas delfinas con las que copular y engendrar un montón de delfinitos. Y ojalá vivas rodeado de esa falimia delfínea como te gustaba vivir con tu família humana.Ojalá nunca jamás vuelvas a estar enfermo... Nunca. Y te digo esto porque las criaturas salvajes jamás enferman.

    Así que ya lo sabes Nelson... vuelve a ser felíz!

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  4. Jooo vaya impresión me ha hecho ver la prinera foto, de cuando eras cachorrillo. Eras igual, igual que yo, pensé que habíais pillao una foto mía de cuando era peque.
    Lo veo muy guapo.... qué bien, eso quiere decir que yo tambien soy wapooo!!!!

    Imopresionante la historia de amor que nos ha contado tu jefa. Una verdadera historia de complicidad, fidelidad y verdadero amor. Es bonito que se haya quedado con todo eso en el corazón.

    Suerte tienes (o tenemos) de que caigamos en hogares receptivos, sensibles, responsables y tan amorosos.

    Aiss que esta vena sensible no me queda nada bien. (por ese status de mil machos que tengo)


    Lametones para los dos.

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